Hoy retomo mi afición por contar cuentos, la verdad es que siempre me han gustado. Como los refranes, los dichos populares y los proverbios, muestras genuinas de sabiduría.
Recuerdo que solía utilizarlos en las reuniones de trabajo y en mis relaciones personales, no tanto por la moraleja que todo relato de este tipo esconde sinó porque es una forma lúdica de encarar determinados aspectos rebajando el nivel de ansiedad. Estimulan la mente y hacen aflorar de alguna forma , el niño que todos nosotros llevamos dentro. ¿Te animas ?.
Se cuenta que en medio del patio de un cuartel militar situado junto a un pueblecito cuyo nombre no recuerdo, había un banco de madera. Era un banco sencillo, humilde, blanco... Los soldados se alternaban en una guardia constante, las veinticuatro horas del día.
Nadie sabia el por qué. Pero lo cierto, es que la guardia se hacía. Se hacía dia y noche, durante todos los días, todas las noches, de generación en generación. Todos los oficiales transmitían la orden, invarablemente. Los soldados la obedecian.
Nadie dudó nunca.., nadie preguntó nunca.... Para qué?. La tradición es algo sagrado que habitualmente no cuestionamos ni atacamos, simplemente la acatamos. Si se habia hecho siempre por algo sería...
Y así siguió haciéndose hasta que un día alguien, no se sabe con certeza quién, quizás un general o un coronel curioso... quiso ver la orden original. Hizo falta revolver a fondo todos los archivos, buscar y buscar... y después de mucho hurgar entre papeles casi enmohecidos, la encontró: hacia treinta y un años, dos meses y cuatro dias que un oficial habia mandado montar guardia junto al banco, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca....
Para pensar . ¿ No te parece ... ? .
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